jueves, 15 de octubre de 2009

Barrendero atemoriza a un barrio entero

Un barrendero se ha convertido en la pesadilla de muchos vecinos de un barrio de la capital montenegrina. El sujeto, denunciado en múltiples ocasiones, tiene como costumbre llamar al timbre de todas las casas cercanas a su zona de acción, para exigir un mínimo de basura que llevarse a la bolsa, al saco. “Hay que darle algo siempre, en caso contrario no se marcha, es muy testarudo” lamentaba una vecina.

El profesional de la escoba comienza su jornada muy temprano, a las cinco de la mañana, y es a esa hora a la que comienza el terror para los vecinos. Nadie sabe por donde empezará a llamar por lo que no pueden estar preparados. “Yo soy muy estricto con el trabajo y siempre escojo el punto de partida de forma aleatoria” afirma el barrendero.

Carrito en mano circula por las calles sembrando el pánico a su paso debido a que aparte de subir a las viviendas en busca de desechos, también solicita una pequeña aportación a los viandantes, siempre de forma aleatoria. “La aleatoriedad es mi santo y seña, es lo que me diferencia del resto de compañeros”, confirmó.

El último caso del que hemos tenido noticia, fue la pasada madrugada en casa de un oficial de marina, el cual nos narró como fue la visita sorpresa. “A las cinco y tres minutos de la mañana, hora local, se personó en mi puerta y después de llamar en repetidas ocasiones se dispuso a darme los buenos días, pero rectificó en el último momento y no me los dio. Sacó de la acolchada funda su magnífica, hay que reconocerlo, báscula de precisión y, como es costumbre en el, la colocó en una mesita muy coqueta que utiliza habitualmente como soporte. Pacientemente esperó a que colocase mi basura sobre la balanza” Con gran rigor y corrección procedió a pesar minuciosamente la basura que le ofreció este ciudadano pero, agachando la cabeza y moviéndola en señal de negación, le dio la mala noticia, le comunicó que no era suficiente, que lo sentía pero no alcanzaba el aporte mínimo. Y es que nuestro protagonista no se conforma con menos de quinientos gramos ni con mas de seiscientos treinta. “Todo en su justa medida. Se peca tanto por exceso como por defecto.” señaló con cierta arrogancia.

Tras acomodar el carro en la puerta, hizo saber al vecino, de forma sosegada y con gran delicadeza, que tenía que alcanzar los quinientos gramos o se vería en la obligación de ejecutar las sanciones oportunas.

Por su parte, las fuerzas de seguridad afirman que el hombre solo cumple con su función, aunque reconocen que de una manera ciertamente estricta y desproporcionada.
En el congreso se presentará hoy un anteproyecto de ley para evitar que personas como este barrendero molesten de manera sistemática a los ciudadanos a horas intempestivas.

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