miércoles, 17 de marzo de 2010

La importancia de las piñatas

En la tarde de ayer una piñata con forma de burro se escapó de la casa en la que prestaba servicios como regalo de cumpleaños, dejando rastro de su huída.
La familia que la contrató se encuentra fuertemente afectada por la pérdida. “Era una mas, la queríamos como la mesa al mantel, como Gabriela a Gabriel” declaró José Miguel, el cabeza de familia.

Un amplio dispositivo policial ha sido desplegado para rastrear los alrededores de la zona. “No puede llegar muy lejos, es un vehículo con poca autonomía.” Dedujo el comisario antes de partir, de salir a la búsqueda, a la aventura, a la exploración. “Vamos a peinar la zona, está un poco descuidada últimamente y hay que adecentarla. Usaremos rastrillo.” matizó.

Ataviado con un traje de época, el comisario, acompañado por el equipo especial de rescate, dio comienzo a la búsqueda, dedicando unas palabras al niño, al pequeño que perdió su piñata. “Pequeño, recuerda siempre estas palabras. Usa el traje de época siempre que estés en apuros, en aprietos. El te guiará, el te conducirá. Encontraremos a tu piñata, confía en mi, confía en ti, confía en ellos.” Bonitas y emotivas palabras las del oficial, tras las cuales se desprendió del traje dejándoselo al niño como legado, comenzando la busca como su madre lo trajo al mundo, con la cabeza por delante. “Cuando persigo me inclino” confirmó el agente.

El contingente de rescate avanzó con paso firme hasta acorralar a la fugitiva en un falso llano donde la piñata no tuvo mas remedio que trepar, que subirse a un árbol para recolectar los frutos que habían madurado. “Se dejan dos días mas y se encarroñan” manifestó, notablemente enfadada con los dueños del frutal.

Cabeza por delante, el comisario, empujado por el afán de cumplir la promesa que le hizo al pequeño y por un subordinado de escaso pelo en pecho, no dudó en encaramarse al árbol y colaborar en la recolección, siempre guiado por la fugitiva, la cual le mostró la técnica correcta para coger el fruto sin dañar la rama.
La piñata agradecida se entregaría al terminar la faena, no sin antes decir unas palabras.

Fueron unas palabras aleatorias, sin conexión alguna pero inolvidables, bellas. Unas esdrújulas, otras llanas, todas ellas llenas… de ritmo, de sentimiento, de tristeza, de alegría…. Poesía.

Horas después, la familia contaba con su más preciado miembro. La piñata volvía a formar parte de su vida y Daniel, el pequeño bribón, volvió a recuperar esa sonrisa que la piñata se había llevado consigo en su huida.

Otro final feliz. A nosotros nos gustan los finales felices, son más bonitos que los tristes y menos que los apoteósicos. Claro que un final apoteósico es caro y en momentos en que la economía anda silbando melodías de escasez no conviene arriesgar, hay que ir a lo seguro, a lo que gusta pero sin exceder, sin lujos, sin ostentaciones innecesarias. Recordad: “Se peca tanto por exceso como por defecto”.

3 comentarios:

  1. Que nunca me ha dao por dejarte un coment!

    misterio misterio..


    de tus noticias no te digo nah que ya lo sabes :D

    El aburrimiento..

    ResponderEliminar
  2. de aburrimiento ná!. Hay que informar a las personas...

    ResponderEliminar
  3. Y cual es la importancia...??

    ResponderEliminar