martes, 13 de abril de 2010

Desbarajuste en un control de alcoholemia


10:30 de la mañana del domingo 11 de Abril. Carretera de Algete. Una unidad de la guardia civil de tráfico se encontraba realizando controles de alcoholemia entre los conductores. Todo estaba en orden hasta que a las 10:43 dieron el alto a un vehículo de tracción motora, rojo, conducido por dos personas, una en cada volante.

“La primera duda que tuvimos fue: ¿A quién le hacemos el control, al conductor A o al conductor B?” señaló uno de los agentes. “Veíamos algo raro pero no alcanzábamos a detectar lo que era” afirmó el segundo agente.

Tras un desayuno formado por 43 torrijas, 2 vasos de leche de vaca y unas judías verdes –la verdura es importante en la dieta-, decidieron que debían soplar los dos conductores.

El primero de ellos no puso impedimento. Sopló con fuerza hasta inflar el medidor. Se lo llevó el viento cual globo viajero. El segundo se hizo el remolón… un avión por allí… un perro por allá… técnicas de distracción clásicas. Cuando el agente quiso darse cuenta, el bueno de Fernández había cambiado el alcoholímetro por una trompeta mariachi y, con sombrero mexicano adornando la cabeza, se disponía a soplar, a insuflar aire. “One, two, three, four” y comenzó la melodía, la actuación. Fueron 5 minutos lo que duró el show pero valió la pena, según los agentes.

“Era bueno, Antonio le siguió con el organillo que lleva siempre a mano y yo lo que hice fue sacar la cabra del coche. Nos recorrimos los alrededores buscando esa aportación económica que pudieran ofrecernos los vecinos, las personas. Sacamos 43 euros y 34 céntimos, una bonita cifra, capicúa.” afirmó Ernesto, el agente con mas canas en el pelo.

Efectivamente, el segundo conductor, el trompetero, dio negativo. No sabemos si porque las trompetas no miden bien el nivel de alcohol en sangre o porque el individuo no había bebido. En cuanto al primero, efectivos del cuerpo siguen persiguiendo por aire al alcoholímetro volador que viaja sin rumbo definido por la atmosfera terrestre con la esperanza de encontrar una alcoholímetra con la que formar una familia.


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