martes, 9 de marzo de 2010

Director de banca se muda a una máquina tragaperras

Cada uno vive donde puede, o donde quiere.

Que se lo pregunten a José, propietario de un pequeño bar, donde un director de banca se ha instalado dentro de su máquina tragaperras.

“Lo mas difícil fue la mudanza”, señaló el inquilino de la máquina. “Tengo el espacio bien distribuido. Un salón con cocina americana, una habitación con terraza y un cuarto de baño chiquitito. No es un palacio, pero menos cobijo da un botijo”

Lleva ya más de dos días instalado y José aun no ha podido salir de su asombro. “La verdad es que es complicado quedarse atrapado en tu propio asombro, es algo que no le deseo a nadie. Nunca me había pasado anteriormente y bueno, lo llevo bien, como puedo, con altibajos, como todo el mundo. Unos días mejor, otros días peor. Ya sabes. Da mucha sed. Desde que me encuentro encerrado aquí bebo mas, unos 13 o 14 litros al día, siempre centilitro arriba centilitro abajo, no se puede medir con exactitud pitagórica, claro está.”

El barrio aun se pregunta que motivo llevó a un alto ejecutivo a dejar su chalet para comenzar una nueva vida dentro de una máquina tragaperras. “Si, efectivamente, me lo pregunto, me lo cuestiono. Siempre he sido muy de cuestionarme cosas”, declaró el barrio en un perfecto castellano.

Pudimos contactar con Hipólito “el tragaperras” y nos contó, nos explicó sin ningún lujo de detalles a que se dedica, como pasa el tiempo en su nuevo hogar. “Monto a caballo”. Esta declaración fue confirmada por José, quien afirma que sobre las 16:05 de cada tarde se oye el estruendo de cientos de caballos al galope, ante lo cual no le queda mas remedio que tender ropa, que hacer la colada. “Es un remedio de mi abuela. Siempre recordaré ese consejo. Cuando tan solo tenia 5 años me dijo: Buenos días, nieto mío. Luego ya me dio el consejo: Cuando a los caballos oirás, la ropa tenderás.”

Nunca pensó que le serviría tanto y, a día de hoy, José da gracias a Dios por haber podido recibir ese consejo, esa recomendación, ese trocito de sabiduría popular que, por supuesto, ha transmitido y transmite a sus hijos y a los que no son suyos también.

La cara y la cruz de la vida en un mismo local. Por un lado, José, sufriendo, atrapado en su propio asombro, luchando por salir. Por otro, Hipólito, triunfador, viviendo su sueño, afincado en una máquina tragaperras. Jinete a tiempo parcial.

0 comentarios:

Publicar un comentario