viernes, 23 de octubre de 2009

Hombre armado siembra el pánico en un pueblo costero

Un transeúnte fuera de sus casillas causó el pánico en el corazón financiero de Beralperal. El enloquecido sujeto, armado con una pistola de balines campaba a sus anchas sin dirección fija mientras disparaba a todo cuanto se movía.

Un bando municipal ordenado y, posiblemente, redactado por el alcalde, invitaba a los habitantes del pueblo a que permanecieran inmóviles hasta que el pistolero fuera detenido. Fueron tres largos días los que el pueblo se mantuvo en absoluta calma, como si de un pueblo de cerámica se tratase. Nadie ni nada se movía, excepto el peligroso varón que, reptando cual lagarto, buscaba movimiento, ajetreo. El excéntrico delincuente, de tez oscura y cara rolliza hizo gala de una mente perspicaz, aguda, y tras dos días de autentico martirio ejecutó la idea que se había estado gestando en su amplia pero bien proporcionada cabeza.

Sin tener en cuenta lo que podría pasar cuando el alcalde diera la orden de volver a la rutina, al movimiento, y sin dejar de lado su arma, dio comienzo al proyecto. Con ayuda de una grúa-excavadora fue colocando con oficio y destreza los cimientos de lo que sería su obra maestra, la cumbre, la consagración de ese talento desaprovechado durante años.“Siempre había soñado con construir mi propio coliseo romano y esa era la oportunidad, por eso me he vestí con mis mejores galas.”, señaló el acicalado y dicharachero pistolero.
Veinticuatro horas tenía para poder finalizar su construcción, antes de que el pueblo volviese a la normalidad y la policía pudiera darle caza, pero no tuvo tiempo de comenzar. Una hora y trece minutos después, cuando se hallaba preparando el material y organizando a los peones, las fuerzas del orden dieron con su paradero y comenzó una brutal persecución que terminó con más de 1500 personas corriendo unas tras otras, sin ningún tipo de miramiento. Se perseguían hasta la extenuación, haciendo necesaria la presencia de siete ambulancias y treces puntos de avituallamiento, repartidos por la localidad.
A día de hoy, casi tres años después, la persecución sigue en pie y Mariano, el pistolero, continúa fugado, imaginamos que entre la multitud perseguidora, haciendo gala de una gran resistencia física y un gran sentido de la responsabilidad, ya que, en los pocos ratos libres que le deja la persecución, continúa piedra a piedra con la construcción, con el levantamiento del que sería su segundo coliseo, el primero de estilo romano. “Es duro, la persecución me deja muy poco tiempo para mis cosas, pero intento compaginarlo lo mejor que puedo. Aparte de construir coliseos, siempre he tenido especial interés en hacer agujeros y enterrar cosas, elementos diversos. Suelo enterrar una media de dos o tres al día, siempre y cuando la salud me lo permite.”, manifestó exhausto.

Por su parte, el alcalde ha declarado que la codorniz de tierra pasa a ser animal oficial del pueblo, en detrimento de la tortuga campesina, debido principalmente a la lentitud que esta última mostraba en sus acciones y al poco tiempo que dedicaba a las personas, a los vecinos. “Me voy con el corazón roto y lágrimas en los ojos”, declaro la tortuga.

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