martes, 13 de octubre de 2009

Secuestro de autobús con 73 rehenes


Las fuerzas de seguridad han liberado a 73 personas que habían sido secuestradas por el conductor del autobús en el que viajaban, en una operación en la que no ha habido heridos por ninguna de las partes.

El secuestrador, un conductor de autobús interurbano, esperó a tener setenta y tres personas a bordo para huir campo a través. “Es mi número de la suerte, el setenta y tres es sinónimo de buena cosecha. Además si sumas los dos dígitos obtienes un total de diez, pero si los restas, no” reveló el conductor.
La investigación comenzó cuando un granjero denunció que un autobús público había atravesado sus campos de girasoles. El campesino, enrojecido de furia, corrió tras el vehículo durante ciento cuarenta y cinco kilómetros con el fin de saludar al conductor al que creyó conocer, algo que finalmente no pudo conseguir tras sufrir una leve contusión en su tibia derecha y verse obligado a aminorar su marcha. “Me cogió una ventaja imposible de recortar, ha sido una lástima. Todo queda en manos de la justicia”.

Los agentes se pusieron en marcha y sin mayor problema pudieron atrapar al huidizo conductor junto con los setenta y tres rehenes, los cuales, según informes médicos sufren un severo síndrome de Estocolmo. “Nos lo pasamos bien, cantamos canciones, jugamos al Juan robó pan, contamos historias de miedo... No es un delincuente, es un monitor de campamento que llevaba años sin ejercer y, como es normal, le picaba el gusanillo, nosotros le entendemos y haremos lo posible por que sea absuelto lo antes posible”
Al día siguiente en el juzgado número siete los rehenes del autobús secuestrado se personaron en la sala y procedieron, llevaron a cabo una larga y nada fácil conga de Jalisco, sorteando cual serpiente todo obstáculo que encontraban a su paso. Tras ser expulsados de la sala, el juez condenó al acusado a cuatro meses y un día de trabajos para la comunidad y a ayudar al granjero a plantar los girasoles que destruyó al pasar por encima con el autobús.

La últimas declaraciones del condenado antes de ejecutar magistralmente unos pasos de ballet y despedirse del juez fueron las siguientes: “Dos pi erre, señoría, dos pi erre” a lo que el juez de instrucción no respondió. “Yo no estoy aquí para entrar en polémicas de este tipo”, afirmó el magistrado en declaraciones posteriores a la vista.

Para bien de los retenidos, al final todo quedó en un susto y en un agradable paseo por el campo.

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